lunes, 25 de enero de 2021

Estrofas y lumigas

Llegando a un bar con terraza cubierta y sin cubrir ha empezado a chispear. Una pareja amiga estaban fuera y me he sentado con ellos. Nada más hacerlo la lluvia ha arreciado.
En la mesa de al lado estaba un antiguo amigo de la infancia, Josema. A pesar de que vivimos en el mismo pueblo no nos vemos más que de ciento en viento, y antes de siquiera saludarle le he canturreado con una sonrisa:
“…pero vienen los Barrero…”
a lo que el ha respondido de la misma manera: “…
y el buen tiempo se fastidiaaa…”
De seguido nos hemos tenido que ir a cubierto y allí les he contado a mis amigos el porqué de aquel intercambio de estribillos entre Josema y yo.
Les he relatado como los padres de Josema, los míos y otros más, fuimos desde muy pequeños al mismo camping (Camping “Pirineos”, muy cerca de Santa Cilia de Jaca) dónde pasábamos gran parte del verano con nuestras madres, mientras los padres iban a trabajar los laborables y volvían al camping los fines de semana.
En esa cuadrilla de padres, había una pareja que no tenían hijos y que cantaban muy bien. Nos juntábamos muchas veces todos a cantar por la tarde antes de cenar. El, -Iñaki-, tocaba la guitarra y cantaba, mientras ella, -Marilén-, cantaba, fumaba, bailaba y reía sin parar.
Había una canción que se repetía cada vez que se ponía a llover, tan a menudo en forma de exuberantes tormentas de verano. De esa canción recuerdo sólo dos estrofas.
La primera es:
Santa Cilia, Santa Ciliaaaa, viva el camping en familiaaaa…
y la otra:
…pero vienen los Barrero y el buen tiempo se fastidiaaa…
Esta última estrofa se cantaba a pleno pulmón y retranca por parte de todos los asistentes para regocijo general e incluso cierto orgullo familiar por el protagonismo, mientras nuestro querido hermano Javiertxo se mondaba como nadie más era capaz de hacerlo.
Si, yo me apellido Barrero.
A mis amigos -Alazne y Txelu- la historia les ha divertido. Poco después Josema se ha ido y nos hemos despedido ambos con esta picaresca compartida.
Pero voy a relatar otra cosa que me ha venido de muy adentro de mi memoria.
Hace ya muchos de aquellos largos veranos en el camping de los que recuerdo bastantes cosas. Además de esta anécdota de los estribillos que acabo de referir, hay una muy especial y difícil de plasmar con letras, aunque lo voy a intentar.
Entonces y allí en el camping no había electricidad, únicamente unas pocas bombillas y casi siempre algunas rotas o fundidas, que estaban repartidas por entre los árboles y tiendas de lona. Prácticamente no había caravanas y no existían las mobilhomes. Para tener algo de luz se utilizaban velas, linternas y pequeñas bombonas de gas propano azules, que tanto valían como hornillos (campingas), como para dar luz (lumigas), no había más que cambiar de soporte. Hoy en día siguen existiendo como lo hacen los buenos ingenios.
Por la noche en cada tienda se respetaba el silencio que llegaba con el abandono del sol por entre los árboles en aquellos maravillosos atardeceres, al igual que lo hacía el agua del cielo en los broncos chaparrones de verano.
Y con su primer aliento, se desperezaban los sonidos propios de ella, comenzando a escucharse la juerga de los grillos, el ulular de las lechuzas, con brisa el ruido de las hojas y otros rumores que por el traqueteo del día pasan desaparecidos.
A la llegada de la oscuridad las conversaciones bajaban de grado y las pupilas se agrandaban, la cena esperaba tapada con trapos de cocina sobre la mesa metálica. Toda la familia estábamos ya sentados dispuestos a todo y era el momento al que tanto estoy tardando en llegar, previo al destape de la habitual tortilla de patatas: el del encendido del lumigas.
El lugar escogido normalmente para el pequeño artilugio iluminador de gas encopetado con un sombrero de cristal, era en el centro de la mesa. Recuerdo su encendido como una pequeña ceremonia en la cual mi padre habría la espita y acercaba una cerilla ante coro silencioso de nuestras miradas, fijadas en el punto que estaba a punto de transformarse en un derroche de clarividente fuego blanco. El momento crucial llegaba al mezclar gas y fuego emitiendo un sonido tal que así: “PLCHSSSS”
Después de la pequeña explosión se hacía la luz con su hipnótica voz gaseosa.
Yo me quedaba embobado un pequeño tiempo en el cual una sensación honda agudizaba varios de mis sentidos. Puede que fueran resquicios innatos en mi, pero herencia adquirida de mis antepasados hacía miles de años, durante los cuales la luz de la hoguera daba paso al comer, al calor, al abrigo del fuego protector, al paso de los relatos de los acontecimientos del día y los planes del mañana, del recuerdo de historias pasadas que tan importantes eran para el conocimiento y de otras que aunque no siempre ciertas servían como estimulantes del desarrollo de la imaginación y el pensamiento. En suma, el momento del agradecimiento por otro día vivido, antes de que el sopor se posara sobre los párpados para así transitar hacia la otra vida, la de los sueños que no se dejaban domesticar y tanto se podían adorar como espantar. Era el tiempo de recolección para nuestra espiritualidad con sus misterios, mentiras, acertijos y aciertos. De aquellos antiquísimos fuegos seguían calientes sus brasas y su crepitar en mi memoria.
Yo por entonces no lo sabía pero ahora en este rato de soledad y recuerdos me gusta pensar que si, que la pequeña explosión del lumigas dadora de luz, con su siseo de serpiente que me dejaba paralizado -al igual que Mowgli y Kaa en el cuento de Rudyard Kipling-, era la razón de todo esto que ahora escribo.
Si, era eso, exactamente eso.

lunes, 15 de mayo de 2017

Piedras poetas

La arenisca es una clase de piedra que mayormente se forma bajo el mar. Es una roca que abarca colores tales como el verde, gris, azul, rosado y sobre todo el amarillo; todos ellos en varias tonalidades.
Al ser sedimentaria muchas veces se ven las capas que a lo largo del tiempo se han ido depositando formando auténticas vetas.
Yo añadiría que además es una piedra poeta. Lo siento así ya que sus bellísimos estratos nos muestran pequeños fragmentos del fondo del mar, como escrituras jeroglíficas, que el tiempo se ha encargado de escribir. Sabiendo interpretarlas, los científicos estudian el origen y desarrollo del planeta.
Es fácil embelesarse cuando teniendo alguna de ellas en las manos, niños y algunos adultos afortunados, se quedan mirándolas como si fueran monedas de oro viejo, que pagan un viaje hacia uno de los más poderosos y delicados corazones de la poesía; este, es la mar, su fondo, la vasija que la contiene, formada por la arena suelta en estratos superiores y por debajo de estos la compactada ya convertida en piedra.
La arenisca, es por tanto una escritora infinita, a la vez que silenciosa poeta.
¿Por qué digo esto?
Un año más estamos con el tema de las piedras de Ondarreta.
Que si son restos de escombros, que si no, que si hay que quitarlos, que si no vale la pena porque siempre habrá más, que si da muy mala imagen, que si no es para tanto, que si estudios para saber no se sabe lo que, que, que…
Suelo recoger de estas areniscas para fotografiarlas una a una y hace composiciones con ellas, también me llevo algunas a mi taller para hacer artesanías.
Sabía que habían decidido (un año más) quitarlas para que los naturales y los turistas no se dañen sus pies y se de una buena imagen de la ciudad y sus playas.
Estos días pasados he estado recogiendo durante las bajamares estas piedras, después de escogerlas con todo mi esmero pensando en mis artesanías  y sobre todo en una fotografía que quiero hacer como parte de una serie que consta de una 10 obras con cosas que recojo de las playas, tales como: vidrios, restos de caparazones de erizos, opérculos, pequeñas ostras de colores, fragmentos de cerámicas, palitos desgastados, conchas…
Tengo calculado que me hacen falta unas 140 piedras aproximadamente para hacer la fotografía que quiero con areniscas “de oro”. Tengo otra foto terminada con otras menores de tamaño y de colores variados; ahora toca las doradas. Esta semana pasada y parte de la anterior he reunido unas 70, o sea, la mitad de las que necesito.
Hoy he dado un paseo por Ondarreta aunque a esa hora la marea estaba alta y no podía recoger ninguna piedra. Iba ensimismado pensando en vete a saber qué y al cruzar el túnel del antiguo las he visto, me he quedado parado como esperando corroborar lo que mis ojos están viendo, ahí estaban dos de ellas, grandes, quietas, brillantes sus palas pulidas, esperando a la próxima bajamar para actuar…dos monstruos que supongo mañana mismo ya llegarán, a donde están las piedras areniscas-antiquísimas-poetisas-silenciosas-bellas-monedas doradas.
Y estoy por la mitad de las piedras que calculo necesarias.
Mañana pues, cambio de planes. Si veis a un chalao calvo y gordito en la pedrera, recogiendo cosas del suelo, rodeado de gigantes con coraza metálica destellando brillos e iras contra el tarao que ni caso les hace, como intentando persuadirles con su indiferencia de que no es el momento de apartarse para que los grandes dragones, continúen el exterminio de silenciosas poetas, ese no es un moderno quijote en pantalones cortos y chancletas, soy yo que me faltan unas 70 piedras.

Ya han pasado dos semanas,
las máquinas-dragones hicieron la escabechina,
ahora la playa está muy mona ella, sin piedras,
ya no hay monedas de oro que compran poesías e historias del fondo del mar.





Esta foto ya la tenía de antes y está hecha con pequeñas areniscas de colores, la llamo "macedonia de areniscas"









Y esta es la que he hecho con las areniscas-poetas de la que ha tratado esta entrada en el blog.
Al final me hicieron falta 133 piedras.
Los dragones tuvieron que esperar

VOLVERÁN A BROTAR COMO DE UN MANANTIAL, VOLVERÁN LAS DORADAS ARENISCAS, VOLVERÁN.







martes, 4 de octubre de 2016

Un B.M.W. rojo furioso


Este verano en plena semana grande (fiestas patronales de Donosti) bajaba por la cuesta de Aldapeta a la 1 del mediodía.
Un poco más abajo, a unos 300 metros, las calles bullían -pasados los 30 grados de temperatura- de coches, turistas, visitantes de la provincia, naturales de la ciudad y naranjitos (p. de tráfico) desgastando a pitido limpio las bolitas de los silbatos.
Por la cuesta bajaba una serpiente de coches sin fin, con los ojos de los conductores observando en el lío que se iban a meter cuando llegaran al pie de la ciudad, a su centro, al caos; les miraba desde mis muletas y la verdad es que daban lástima. Más de uno y de veinte pensarían en lo mal que habían hecho en usar el coche pero...ya era tarde.
Caminaba con mi patita requebrá y mis muletas pensando en estas cosas y en el dibujo que tocaba ("Navajita").
A unos 100 metros del final de la cuesta iba a cruzar de acera por el hueco que había entre los coches, ya que en el otro lado había sombra y aunque no está claro si está permitido o no, los coches -a son del semáforo- estaban parados y aún les faltaría tres o cuatro turnos para llegar hasta él, así que empecé a cruzar pidiendo permiso con la mirada y en eso...un tipo se adelanta cortándome el paso/muleta.
Era un B.M.W de esos de futbolista: rojo, brillante, enorme, silencioso. El conductor un tipo de mediana edad mimetizado con su vehículo. Me mira, le miro, le brilla todo el oro que lleva colgando y la gomina y la piel bronceada y hasta de debajo del asiento asoma un brillo que no sé si será de los zapatos o de algún abrillantador que se ha dado en las pelotas y que atraviesa las hebras del pantalón de esos blancos semitransparentes. Todo él dice claramente que está cabreado por el tener que esperar por el atasco y que yo por delante de su coche no voy a pasar: Así que le sonrío y paso por detrás. La chica del coche que le sigue no tiene ningún problema en dejarme pasar y le dedico otra sonrisa a ella, aunque diferente, que es correspondida; se ha dado cuenta de todo.
Y A PARTIR DE ESE MOMENTO COMIENZA EL DESAFÍO
Como decía antes calculo que le quedarían 3 o 4 turnos de semáforo para que el B.M.W. llegara al final de la cuesta.
Llego al otro lado de la acera y comienzo a bajar, despacio y con buena pata.
Al poco el semáforo se pone verde y los coches van bajando poco a poco, unos cuantos, el B.M.W. llega un poco por delante de mí y se tiene que parar por decisión del supremo ( el semáforo) que cuenta con el apoyo del naranjito (tengo que reconocer que en días como ese el trabajo de estas personas es casi heroico)
Sigo a mi paso/muleta y vuelvo a adelantar al B.M.W.
Vuelve a ponerse en verde y los coches avanzan de nuevo. El B.M.W. vuelve a sobrepasarme y queda unos coches más adelante.
Sigo a mi paso/muleta y vuelvo a adelantarlo.
¡Semáforo verde! y ahora los coches avanzan más rápidos porque van llegando al punto a partir del cual les esperan las calles saturados de animalidad, humo, bocinas, caras desencajadas, calor, frenazos...el B.M.W. casi llega abajo, le separa de ese primer destino cinco o seis coches.
Sigo a mi paso/muleta y vuelvo a adelantar al B.M.W.
Con el siguiente semaforazo el coche del engominado de brillantes pelotas, probablemente llegará al punto descrito de banderazo hacia las calles infectas.
Se pone en verde pero hay cierta acumulación y bocinazos, muchos bocinazos, que hace que se retrase el movimiento tan deseado por los automovilistas.
Yo sigo con mis muletas a velocidad crucero acercándome al equipo que forman supremo semáforo y heroico naranjito que se ha convertido en una especie de meta entre el sujeto del que ya he hablado y yo.
Le adelanto...
Arrancan por fin y vuelve a adelantarme el B.M.W.
Sigo a paso patita requebrá, clack, clack, escayola, escayolá.
El B.M.W. está llegando agónicamente a la meta, parece que la victoria va a ser suya, quedan unos pocos metros, solamente un coche por delante suyo que ya comienza a pasar la línea del semáforo, los tapacubos no se mueven lo suficiente como para emborronarse, los nervios del pelotudo hace que de un par de trompicones y este a punto de calar el cochazo (seguro que la tecnología punta alemana del automóvil, ha contribuido decisivamente a que no se produzca tal desfallecimiento), me parece ver por detrás suyo un mechón fuera de su sitio, su situación me parece hasta angustiosa según van pasando lentamente los metros bajos sus bien hinchadas ruedas impinchables, va a llegar, parece que si, que me va a dejar a mi con mis muletas atrás derrotado, lo estoy viendo soplando sus pistolas, pero...
¡CAMBIA A ROJO!
El B.M.W. sigue avanzando desafiando al "supremo" con sus dos pelotas hinchadísimas, rojas también como la pintura del B.M.W., echando humo, a punto de explotar bajo los pantalones semitransparentes y cubiertas de pelo engominado con algún que otro mechón a su aire, ocupando los dos únicos asientos del superdeportivo. Parece que lo va a conseguir cuando... 
¡SUENA PRRRIIIIIIIIIII! el naranjito, con el pito desenfundado y la bolita fuera de sus casillas a punto de hacer explotar el instrumento, se pone delante suyo valerosa y rápidamente y lo hace parar en el último instante.

Yo sigo a mi paso/muleta y vuelvo a adelantar al B.M.W.,
cruzo la meta,
en vez de mirarle a él le miro a la conductora de atrás que amablemente me había dejado pasar,
le dedico la mejor de mis sonrisas mientras ella se parte la caja.
MULETAS 1 - B.M.W. 0

domingo, 25 de septiembre de 2016

Un ermitaño en el coliseo


Una vez más el verano se acaba. Este ha sido sumamente caluroso, en fila india un día tras otro durante las largas horas centrales, se desparramaba un deslumbrante fulgor blanco que quedaba embutido como en un inmenso bocadillo, entre los azules del cielo y mar compuestos por una amplia gama de celestes, turquesas, índigos, añiles y otros más, visibles pero sin nombre.
Después de la hornada del mediodía, con las horas maduras de la tarde llegaban los amarillos, naranjas y rojos, que poco a poco eran masticados y tragados por los fantásticos "azules-murientes" del ocaso.
Ahora estoy sentando en este lugar contemplando el último tramo del día, aguardando la llegada de la noche.
Hoy, aunque no esté permitido, me quedaré aquí a dormir; total si no vuelvo nadie me va a echar en falta, ni siquiera yo mismo lo hago muchas veces.
No me exijo casi nada, ahora solo quiero disfrutar en este pequeño rincón de la isla en el que no molesto a nadie. No hago otra cosa que cuando llego en la primera motora de la mañana, preparar mi chiringuito con unas telas y un par de cuerdas para pasar el día, utilizar mis manos en algo que me entretenga, leer, escuchar la mar y el viento, ver pasar las nubes, los pájaros y el tiempo, acompañarme de unos pocos deseos y mis recuerdos, observar como mi cuerpo envejece a paso lento, seguro, satisfecho de su suerte, y emplear horas y horas en escribir historias que transitan como nubes por mi cabeza.
Estoy contento, no pensé que acabaría así, sin importarme un pimiento la cara que ponen los pocos que se acercan por aquí. Por lo general, cuando me ven así desnudo y tranquilo, unos sonríen apurados antes de volverse por el caminito por donde han venido, otros se espantan trompicándose en su repentina marcha atrás, algunos pocos saludan y se acercan para contemplar las vistas y unos menos intentan entablar conversación conmigo; pocos lo consiguen. Comprendo a quienes toman las de Villadiego algo despavoridos al dar conmigo de repente, hay que tener en cuenta mi aspecto de troglodita inundado de pelos blancos repartidos en abundancia por todo mi cuerpo moreno, con unas greñas, barbas y bigotes de concurso; mi buena estatura, mi cuerpo fornido, un par de manazas y mis piernas acombadas rodeando una maraña de pelo compacto y rizado.
Cuando hablo, mi voz parece pólvora disparada por una oscura tronera, y luego está mi mirada que siempre ha impresionado aunque yo sea un tipo bien poco beligerante…en fin, decía que por lo general no se acerca casi nadie…




   
                                                          Fotografía Mikel Barrero  

Hoy después de cenar leeré para un público de luces en el “Coliseo” No suelo enseñar mis escritos, pero me gusta recitarlos en voz alta por la noche bien entrada la madrugada, encima del pequeño embarcadero en la falda de la isla. Lo hago desde un pequeño muro en un recodo las noches sin viento ni lluvia, a la luz de una vela que sujeto en un palo. Me gusta pensar que estoy leyendo en un grandísimo coliseo y que el público son las luces de la bahía. Cuando termino me quedo escuchando los murmullos de las olas; son para mi los mejores aplausos.
No es muy corriente que algún bote se acerque de madrugada, cuando alguna vez sucede yo sigo con lo mío...

Me viene a la memoria la historia que me contó mi abuelo Gabriel siendo yo pequeño, cuando vine con él por primera vez aquí; fue la primera, de las muchas horas de escucha, en este mismo banco.
En ella se contaba, que en esta isla antaño recluyeron a los enfermos de una epidemia de peste y que el faro lo ocupó una valiente mujer que no dejó ni por una sola noche que su luz dejara de cumplir su cometido, además de cuidar de los apestados.
La mujer se encargó de los suministros propios y los de los enfermos. Le llevaban los víveres hasta cerca de la isla para dejarlos en una embarcación fondeada a poca distancia del embarcadero y ella se acercaba en su pequeño bote, que era inconfundible por estar pintado de bonitos colores, para transbordarlos y llevarlos a tierra.
Me dijo que era alta y fuerte y tenía una fantástica pelambrera, que cantaba con mucha gracia y potencia y que por las noches se le podía oír en toda la isla. También que le deleitaba pintar y lo hacía con muy buen gusto.
Los pocos enfermos que sobrevivieron a la plaga, comunicaron que se comportó con ellos con solidaridad y esfuerzo. Se mantuvo allí incluso después de terminada la epidemia sin que la enfermedad le afectara.
Por un tiempo la isla no fue visitada por nadie y cuando ya por fin se dio por terminada una larga cuarentena, se decidió hacer una reforma del faro y sustituir a aquella mujer por otro farero. Pero cuando fueron a comunicarle la decisión que se había tomado, no dieron con ella, ni con sus pertenencias, ni tan siquiera con el pequeño bote. De ella únicamente quedaron unas pocas pinturas suyas en varias oquedades de piedra, otras en las paredes del interior del faro y unos pocos cuadros. Mi abuelo Gabriel tenía uno de ellos, heredado de un anciano pariente suyo que afirmaba ser descendiente de uno de los enfermos de la peste sobrevivientes y que había conseguido hacerse con uno de aquellos pocos que quedaron.
El cuadro me llamó la atención cuando lo vi en su casa. Era fantástico y bellísimo. En él, un gigante pintaba el cielo y en el agua un pequeño bote de colores navegaba en dirección al ocaso que tantas veces he visto desde donde estoy ahora. Ni que decir tiene que lo heredé de él y es mi más preciada pertenencia.
Aquella mujer se convirtió en mi mayor heroína y la ensoñé infinidad de veces, echando en falta saber su nombre, algo que nadie conoció y que no figuraba en la marca con que firmó sus pinturas. Ese misterio hizo aún mayor para mí su leyenda, aunque yo le puse el infantil nombre de “La mujer de colores”…


Queda poco ya para que llegue la noche, en el horizonte una larga cordillera de nubes ocupa el bajo cielo, hay un hueco en el oeste hacia el que acuden los últimos rescoldos del día como si fueran dardos ardientes. Una vez llegan allí, en vez de clavarse en el celeste caen hacia la próxima aurora como si todo fuera una treta; si, la noche llega agitando su manto negro figurando ser un capote, al que acuden las luces de vino y sangre para desaparecer en un hermoso engaño incruento.


                               

                                                         Fotografía Mikel Barrero 

P.D.
Hoy he despertado recordando, como ayer después de recitar mis poemas en el coliseo ante mi público de luces y mientras crepitaban los aplausos de las pequeñas olas, una sombra me llamó la atención entre los reflejos, más allá del abrigo del embarcadero.
Algo extraño pasó con la luz del faro que descendió durante una vuelta, e iluminó las tres veces que corresponde a uno de sus giros completos, una mujer con una larga cabellera blanca que remaba lentamente en un pequeño bote de colores.

Mientras se alejaba, canturreaba la misma canción que tan a menudo silbaba mi abuelo Gabriel.

Si, leer, dormir, soñar…


sábado, 19 de septiembre de 2015

Deporte y chop-suey

Voy paseando un día del final del verano por la playa.
El tiempo se mueve en la frontera entre una estación y la siguiente.
Pienso que un verano más no he podido lucir una figura, que mi autoestima se digne aceptar.
Ahora mismo en vez de dar este plácido paseo andando, lo podía hacer trotando, aunque fuera despacio.
Bueno, en realidad no sería posible en este mismo instante, pienso.
Un viejo conocido me adelanta haciendo como si corriera; en realidad eso no es ni correr, ni andar, ni nada.
Eso si, suda como un condenado ya que encima va cubierto por una especie de impermeable con muchas letras y colores, bastante prieto, con él dentro, rojo, rojo, rojo. Parece una mortadela.
Pero si, si continúa, el año próximo me volverá a adelantar grácilmente al trote, y además igual me lo encuentro al final de la playa haciendo abdominales o nadando como un delfín mular ante los ojos de las espectadoras que abarrotan la cola de la barandilla allí, al comienzo de la playa, a donde el llegará en poco más de 10 minutos...y yo en 20; dentro de un año llegará en 5.
Instintivamente acelero el paso,
una gota solitaria brota del centro de mi frente,
vuelvo a acelerar y llego por fin al Peine del Viento,
testifico mi llegada tocando el pretil con la mano y vuelta.
La gota de sudor ha echo amigas y siento como los sobacos también se me van empapando.
Tendré que cambiar las chancletas por unas zapatillas de deporte, ya imagino los pies dentro emitiendo ese ruido característico cuando se están ahogando en su propio sudor allí dentro: CHOP-SUEY, CHOP-SUEY, CHOP...¿vendrá de ahí el nombre de la receta?
Como ya estoy llegando a el segundo tercio del recorrido, decido bajar a la playa y remojarme los pinreles, los sobacos y, eliminar las dichosas gotas de sudor que en ese momento parecen pulgas voraces que me están picando por todos lados.
Ya en la orilla, mientras voy terminando el paseo pienso en lo diferente que es dar los paseos en la agradable compañía de mi cuerpo sin esforzarlo, o esa otra forma que hoy solo he intuido y que ya no recordaba.
Pienso también en como ha transcurrido el verano, en lo agradable que ha sido ir enterrando unas cosas y descubrir otras; en el futuro cercano, en como el cuerpo mejora si lo tratas bien ¿seguro que es bueno machacarlo a base de carreras y flexiones?.
No hay mucha gente por la playa (salvo al fondo) y como siempre el mirar, escuchar las olas y sentirlas masajeando mis pies, me llevan a sentir lo agradable que puede resultar las cosas al final del verano. El otoño es mi estación predilecta y dentro de un par de días lo tenemos aquí.
Según estoy meditando como el siguiente año va a ser crucial en mi vida y estoy llegando al final de la arena, salgo de mi mismo, me percato de que hay mucha gente vestida deportivamente.
Y en eso....¡¡¡PIM, PAM PUM, ZAS Y DEMÁS!!!:
Estallan los gritos en los altavoces,
un montón de chicos y chicas forzudos se animan unos a otros,
los altavoces emiten su mitin de gritos de apoyo a los concursantes musculosos,
estos pululan en grupos que van corriendo de un sitio a otro después de levantar todo tipo de cachivaches tales como rodajas de pesas, sacos de arena (unos con poleas y otros a huevo), por otra zona parece que tarugos de madera y no se que más.
El griterío es ensordecedor, así de repente ha cambiado todo: lo que era un bonito sábado de final de verano, que se acaba de convertir en una especie encendido Vietnam. Sin querer me he metido en mitad del barullo de carreras de media docena de forzudas chicas que primero levantan un montón de veces los sacos y luego se los llevan de un lado a otro rampa arriba y rampa abajo, estimuladas por los gritos de apoyo de mozos forzudos y tatuados; ellas también están  tatuadas con dragones, culebras, pitbuls, cocodrilos, superhéroes y hasta un seiscientos con mandíbula de tiburón blanco.
Tengo que desaparecer de ahí rápido porque veo que me va a hostiar alguna de ellas con su saco en cualquier momento.
Por fin me pongo a salvo.
Decido dejar de pensar en correr y hacer flexiones, de deporte nada...es que le quitan las ganas a uno.




viernes, 31 de julio de 2015

Javiertxo y los gigantes y cabezudos

JAVIERTXO Y SUS COSAS
Se acerca el día, el día más importante del calendario de Javiertxo, el 2 de Agosto: ¡¡¡FIESTAS DE BERA!!!.
Irá con Julen y Nora a ver como la calle llena de gente contenta, txixtularis, dantzaris, vecinos que le reconocerán y pararan para charlar con el (si alguien no le reconoce, el ya se ocupará de recordárselo), juegos de niños, ferias y el súmmum de la galaxia: ¡¡¡GIGANTES Y CABEZUDOS!!!
Desde hace un par meses no para de recordarlo a todo quisqui que ve en casa o en la calle: parientes, vecinos, amigos, amigos de sus amigos, y enemigos, y conocidos, y desconocidos...
¡El sábado 2 de agosto son fiestas de Bera y yo voy con Nora y Julen!
La cosa va en aumento y ya no habla de otra cosa. Le interesa un pimiento la corrupción del país, la Pantoja, los fichajes de los equipos de fútbol, el cambio climático, la habitual depresión estival de los superhéroes, la migración de las almejas-cebra, el león ese tan guapo que ha muerto en la consulta de un dentista americano...lo realmente son las fiestas de Bera y sobre todo ¡¡¡LOS GIGANTES Y CABEZUDOS!!!...



Hoy han venido Julen y Nora a ultimar los planes para el domingo.
¿El domingo? pregunta Javiertxo, ¡vamos a Bera el sábado 2 de agosto! afirma el. Los sobrinos le explican que se equivoca y cómo la fecha correcta es "el domingo 2 de agosto".
La confusión es un contratiempo, ahora tendrá que corregir y cambiar sábado por domingo, 2 por...¿el 2 cambiará o seguirá igual?, y repetir una y cien mil veces lo correcto para que nadie se olvide.
Pfff, menuda tarea le espera, todo el mundo tiene que saber que la fecha es ¿un día antes?, ¿el día 1?, ¿el sábado día 2 es domingo? ¿cambia sólo el número del día o también cambia el día?, ¿el sábado es día 1?, ¿los gigantes y cabezudos ya saben que día es? ¿como Urtain?, en Canarias ¿qué día es?...
Estoy haciendo gazpacho para la cena de hoy, la comida de mañana y para congelar. Tengo para un buen rato y entre silencio y silencio de batidora, le escucho hacerse un sinfín de preguntas.
Su cabeza es un hervidero, tiene que asegurarse de la fecha y el día. En eso está, pero es un poco complicado cambiarla ahora de repente. Tendrá que repetirla "a metralleta" para aprendérsela bien. Y también explicárselo a todo el mundo. ¡Vaya tarea!
Pero Javiertxo es un tipo decidido y perseverante.
Sabe que ir, irá; esto lo tiene claro. Además le hemos tomado el pelo un poco con el cambio de fecha y eso hace que entre batida y batida de gazpacho le oiga cómo se ríe.
Le quedan un par de días para aclarase qué día va, pero el lío lo soluciona de la siguiente manera, atentos:

-Yo termino de hacer todo el gazpatxo.
-Empiezo a recoger las cosas.
-Le oigo volver a liarse con el sábado, domingo, 1 y 2, Canarias, Urtain, los bigotes de los langostinos, la Pantoja, los pelotaris...
-Dice algo que no le entiendo y se vuelve a reír
-Viene, me mira y me dice: "MAÑANA ES HOY, COMO ALFREDO AMEZTOY"

domingo, 5 de julio de 2015

Captar el caos


El lugar, el mejor posible: una terraza repleta de sombrillas arracimadas como grandes setas, bajo cuyos sombreros estamos los clientes -muchos-  bebiendo nuestras consumiciones y comentando todos -como si tratara de un mantra- el insoportable calor que hace y lo poco que va a tardar en llegar la galerna.
Había conseguido hacer la primera foto con mi móvil nuevo.





En el bolso llevaba la toalla y el bañador además de otras cosas; no me quedó más remedio que dejar la cámara de fotos en casa porque no me entraba todo.
Así que ahí estaba yo, antes de ir a darme un baño, con la efímera compañía de una caña, y un libro entre las manos y...siii...sintiendo como llega ella...la esperada...la deseada por todos...¡¡¡LA GALERNA!!!
Empieza a soplar el aire...en menos de 10 segundos la peña ya está alterada...cae la primera sombrilla y vuelan las primeras toallas jerseyses, gorras...ME CONCENTRO EN EL MÓVIL, ESTOY EN EL LUGAR IDEAL PARA CAPTAR EL CAOS QUE SE ESTÁ PRODUCIENDO...saco el móvil nuevo e intento recordar como he hecho antes para hacer la foto...siguen volando las sombrillas...2 me caen encima pero yo sigo allí tecleando en el móvil impasible, ajeno a todo, concentrado en el aparato, con nervios de acero, vuela algún niño...un tanga de colores viene desde la orilla de la playa y se me pega en la cara como un pulpo...me lo quito con rapidez ...yo a lo mío...no consigo dar con la cámara del móvil nuevo tan grande que tengo y tan cojonudo...ME CONCENTRO EN EL PUTO MÓVIL, ESTOY EN EL LUGAR IDEAL PARA CAPTAR EL CAOS QUE SE ESTÁ PRODUCIENDO....los camareros han empezado ya a recoger las sombrillas con gran eficiencia y también varias mesas que están por el suelo...uno me dice algo de "oiga caballero podría vd. no se qué, sigue"...pero yo estoy a lo que estoy, a sacar una fotografía en la que quede reflejado lo que es una galerna repentina en una terraza de verano repleta de gente tomando algo con los niños, perros, pareos, agüelas, pirauchos, bolsos, toallas, más niños...el caos es  total y yo...ME CONCENTRO EN EL PUTO MÓVIL DE MIERDA QUE NO SE COMO COJONES SE HACE PARA SACAR UNA FOTO, ESTOY EN EL LUGAR IDEAL PARA CAPTAR EL CAOS QUE SE ESTÁ PRODUCIENDO...un turista flaco francés que grita "Espagne de merde" vuela con su caniche...hay un griterío total, la galerna es de las buenas, llega a la terraza agua con algunas pompas de jabón de la ducha que está abierta...yo continúo tecleando el hijo de la gran chingada de merde espagnola et francaise que no me enseña donde se encuentra el jodido botón de la malazorra máquina de su jodida madre de fotos...la cosa ya está en declive y los camareros van controlando la situación a la vez que el viento va amainando, las viejas, los niños, todo tipo de ropas, los gabachos con sus caniches atados y con bozal y todo lo demás va regresando al suelo...pero aún la escena es caótica y yo...ME CONCENTRO EN EL CABRONAZO DEL MÓVIL, ESTOY EN EL CHUNGO LUGAR IDEAL DE LA MUERTE QUE LE VOY A DAR AL MÓVIL A PISOTONES Y LUEGO APLASTARLO A HOSTIAS CON EL IMBÉCIL DEL GILIPOLLAS FRANCÉS VOLADOR DEL CANICHE, PARA CAPTAR EL CAOS QUE SE ESTÁ PRODUCIENDO...Pero no, al final no he podido reflejar ni caos ni leches, cuando ya ha pasado la galerna he encontrado el botoncito, y he sacado esta foto con las sombrillas supervivientes ordenadamente cerradas, los vasos rotos barridos, las mesas y sillas verticales, ya no grita nadie y los niños juegan de nuevo en la playa con los cubos y palas, las viejas comentando ya más calmadas el caos que se ha producido sin que yo haya podido captarlo en el lugar ideal; las gorras han vuelto a sus cabezas, las bragas y bañadores, toallas y jerseyses, los turistas flacos franceses de merde con sus caniches de merde también que incluso han hecho migas con los nativos y comentan la incidencia mientras sus perritos mean sobre las sombrillas que han sucumbido...y en general ya todo está en su sitio. Ahí no ha pasado nada, es un lugar ideal sin caos, pompas de jabón ni hostias...Al fondo el ratón de Getaria partiéndose el bigote descojonándose de mi.

    


Y al rato la galerna ya estaba en Donosti


sábado, 6 de junio de 2015

Mikel Essery


Hace un par de días, vino una noticia en El País que relataba como un infiltrado en Al Qaeda advertía del atentado en el que 8 personas murieron por la explosión de un coche bomba.
Entre ellos estaba Mikel Essery y era el guía del viaje.
Los que conocisteis A "Essery", sabéis que el si que era una persona esencialmente especial. Yo lo conocí hace muchos años (¡en tiempos de Franco!)
No es que fuera muy amigo de el, pero era una persona con la que las pocas veces que me encontraba, procuraba pararme y charlar un rato.
Recuerdo como me aconsejó los lugares que tenía que visitar en Marruecos, en un viaje que hice en moto: Chaouen, Todra, Ouarzazate, Erg Cheby... un fantástico viaje.
Mikel murió, y como quería hacer algo especial por el, lo dibujé de una foto; es el único hombre que he retratado. El dibujo se lo regalé a su amigo del alma Txema, que es la persona que se ocupa de la taberta BART, donde ahora tengo una pequeña exposición. Está enfrente de las fotos, con un gesto que era muy habitual en el.
Las cenizas de Mikel las esparcimos en Urgull, desde un lugar en el que se divisa el faro de Igeldo que está retratado por 3 veces en las fotos colgadas.
Viendo su gesto, con la mirada hacia abajo pensativo y absorto, imagino que desde allí verá el faro y la mar.
Fue una celebración en la que nos juntamos mucha gente, y que nos costó separarnos muchos pintxos, encuentros, vinos y cantos, se lo merecía. P
lantamos un haya trasmochada que va creciendo poco a poco.
Suelo subir a menudo a ese lugar, es especial y tiene unas hermosísimas vistas sobre todo con el cielo despejado, cuando se ve una gran parte de la costa gipuzkoana.
Las personas como el, no se convierten en "esenciales" cuando mueren, ya lo eran antes.





domingo, 1 de febrero de 2015

Bicis y lluvia


Ahí solas, sin poder refugiarse de nada, tiradas, mojadas, sin luchar ya nada...atadas.


                                                     
                                                       Fotografía Mikel Barrero  




                                                      Fotografía Mikel Barrero

sábado, 10 de enero de 2015

Muros con ventana.

Uno real: en el antiguo convento de Santa Teresa; en el monte Urgull; reconvertido parte de el, en el nuevo Kalostra, un día antes de su inauguración.





Otro imaginado: un dibujo de hace ya algunos años.




martes, 16 de septiembre de 2014

Coletas chinas


Los espermatozoides que no se aprovechan, no se pierden, se convierten en chinos...por eso llevan coleta.





Es muy pequeña broma escrita, para una tan buena ilustración como ésta.
Carmen Labiche es la autora del dibujo que tengo el privilegio de mostrarlo aquí.
Pensé en alargar el texto para intentar acortar la distancia entre dibujo y palabras, pero ni lo voy a intentar.
Gracias Carmen.

martes, 24 de junio de 2014

Rojo inglés

Esos ingleses de la Inglaterra profunda, que casi recién bajados del avión van al playa con la fresquera llena de cervezas.
Con su traje de baño de rayas se colocan boca arriba sin cremas protectoras ni leches...
la piel al medio minuto ya se empieza a transformar...
los órganos internos tales como venas, bazo, estómago, huesos...incluso los mismos tatuajes, empiezan a perderse entre un incipiente color rosado que cae como llovido del sol sobre ellos...
van cayendo también las garimbas, una tras otra, y cuando está por la mitad la fresquera (ya no tan fresca como hace un par de horas), cuando llega la cerveza que indica la mitad, con puntualidad británica se dan la vuelta y enfrentan su espalda y muslos al astro rey...
las cervezas ya van cayendo más despacio, y el calor en pleno apogeo, (a eso de las tres de la tarde) se ceba en ellos...
crepitan como huevos en la sartén, pero ellos están contentos...
comentan lo morenos que se van a poner ¡y en un solo día!...
la gente de alrededor se aparta de ellos horrorizada (menos otros ingleses que compiten con ellos)...
alemanes, noruegos, belgas...ya se han retirado con la piel llena de arena que se les ha pegado por causa de la crema solar protectora dejándolos como croquetas...
los ingleses se ríen de ellos...
mientras los bañadores que son de todo a 100 o de algún chino, ya se les han fundido a la piel, que además al hincharse los van ocultando en sus partes más finas, y parece que se sujetan sin tiras, como petachos pegados sobre tetas, culos y delanteras...
como en los costados no les ha dado tanto el Sol, una raya blanca separa las dos partes como si fuera una veta de grasa en un filete poco hecho...
por fin se acaban las cervezas, y con la tripa llena se levantan para ir a tomar el té de las 5...
si que notan algo raro, en las plantas de los pies ya despellejadas del todo siente una especie de cosquilleo...
pero la Guiness ocultan el auténtico destrozo y comentan como es llegar a España, a sus playas, y ya se siente la alegría en la piel...
Si, eso es el auténtico color "ROJO INGLÉS", que no se manifiesta en ningún otro lugar de la naturaleza.






jueves, 22 de mayo de 2014

Los ponchos




Estoy de vacaciones, en Galicia.
Llueve desde hace dos días.
Ayer no fui a ningún sitio, pero hoy me quiero mover.
He pensado que lo mejor es comprar un poncho de esos de turistas de manada.
Cuando llueve los sacan todos a la vez de la bolsa de los suvenirs, se los ponen y siguen haciendo fotos bajo la lluvia como si nada.
Están los ponchos de los japoneses y los de los alemanes. Los de los japoneses suelen ser casi siempre rojos, aunque también hay amarillos. Los de los alemanes son transparentes y se les ven los pelos de las piernas porque van todos en pantalones cortos. Grandes que son y de mucho apetito, dentro del poncho pronto se sofocan. Entonces se ponen a sudar y los pelos largos y blancos de sus piernas rechonchas, se les pegan por dentro al poncho y los hacen torpes al andar.
Los turistas japoneses, cuando coinciden con los alemanes y se mezclan delante de una iglesia, hacen fotos todos a la vez, embutidos en sus ponchos, con la máquina de fotos asomando en vez de los ojos.
Los japoneses decía, tienen que tener mucho cuidadín, como los alemanes son muy grandes pueden pisarlos o arrollarlos. Así que cuando están juntos, los japos parecen aspiradores de esos redondos y pequeños que van moviéndose de un lado para otro solos y que cuando chocan con algo cambian de rumbo inmediatamente.
Cuando pasa esto, (que se chocan) el japonés se va, y el alemán se rasca la pierna.
No creo que me compre un poncho rojo japonés, me quedaría corto y parecería un poncho minifalda. Además los gallegos, que son muy socarrones, se reirían de mi, y me pondría rojo como el poncho, y se reirían más todavía.
Alemán tampoco, me quedaría grande y como me lo iría pisado me caería muchas veces, y si, también llevo pantalones cortos, pero no soy alemán, así que si me tratan como a uno de ellos, tendré que explicar que soy vasco, aunque también se me pegan los pelos de las piernas en el poncho, porque también soy rubio, rechoncho y casi tan grande como ellos, pero chorreo menos sudor que porque estoy más acostumbrado al clima y no bebo cerveza que hace que las piernas te chorreen mucho con el calor que hace dentro del invernadero para piernas que es lo que viene a ser un poncho transparente.
¡Vaya, está saliendo el Sol!

jueves, 15 de mayo de 2014

El liguero y las uñas


Te dí una oportunidad y la desaprovechaste.
Ahora me llamas al teléfono una y otra vez, y me escribes mensajes que ni leo. "Me estoy pintando las uñas" te contestaba al principio, ahora ya ni eso.






Te alababas a ti mismo ante tus amigos. Yo era una proeza conseguida por ti, te creíste irresistible.
¡Pobre!, ahora no eres, más...que una muesca en mi liguero.  .

Secuestro en el tren



En un tren secuestraron a mi niña, de mis brazos me la robaron,                                                   
mientras me desvanecía , recuerdo cómo Lucía luchaba, cómo gritaba, cómo mordía y arañaba… pero todo en vano, se la llevaron.                                                                                                            

Pasaron muchos años de aquello y hubo cambios trascendentales en mi vida.                            

Volvía a estar en un vagón,                                                                                                                        
el traqueteo del tren me relajaba,                                                                                                            
junto a mi una chica dormitaba.                                                                                                                   
Pensé que mi hija perdida tendría una edad parecida; unos treinta y pocos años, calculé.              
El viaje era largo, estaba cansada,                                                                                                            
se revolvía a menudo, soñaba agitada.                                                                                                    
Terminó acomodada sobre mi hombro.                                                     
Murmuraba intranquila y me entraron ganas de acariciar su cabeza,                                                                                         
Cuando puse mi mano ligera sobre su cabeza, se fue aquietando.                                                                                                                                           
Al rato despertó, “o casi” –pensé-                                                                                                            
me miró fijamente y se abrazó fuerte a mi sollozando.                                                                       ¡Por fin te he encontrado! – me dijo-                                                                                           
Esperé a que tomara consciencia total y con una sonrisa le contesté:
estabas soñando, te equivocas, me llamo Aurora                                             
                                                                                      
Me miró fijamente antes de responderme convencida:                                                  
tu eres mi padre,
aunque ahora seas mujer,
los olores de las personas queridas, no se olvidan nunca.                                       

domingo, 11 de mayo de 2014

Claire



Por fin llegó el día, hoy nos conoceremos.
Llegarás en avión y pasaremos tres días juntos; iré a buscarte al aeropuerto.
Estás intranquila al igual que supones lo estaré yo, puede ser muy diferente el conocernos físicamente de la manera en la que lo hemos hecho hasta ahora. Hay un riesgo real que los dos sabemos que existe, aunque lo hallamos obviado.

Las ruedas del avión empiezan a rodar por la pista del aeropuerto, dentro unos minutos nos vamos a ver, nos daremos un largo abrazo y por fin nos sentiremos.
Ya has recogido el equipaje y sales a la sala de espera, hay mucha gente que va de un lado a otro.
Muchos encuentros, voces, arrastrar de maletas, saludos, incluso algún lloro de alegría. La chica que venía a tu lado ves que se funde en un achuchón con un chaval que la esperaba sonriendo. Te quedas mirándolos unos segundos, ella le agarra de la nuca y se aplasta en él, él de la cintura y ríe feliz. Ella le frota la espalda, el también, ves que una mano baja y le toca el culo, acercándola más si cabe. Continúan así y tu por un momento te olvidas de todo, te gusta la escena que contemplas...

Hola Claire -oyes a tu espalda-.
Te das la vuelta y ahí estoy yo.
Nos quedamos mirándonos como tontos sin hacer nada más, callados.
Nos repasamos de arriba a abajo, se te cae la maleta al suelo, y actúa como de señal. Nos abrazamos.
Primero poco decididos, como por compromiso.
Después con más convicción, pasa medio minuto y seguimos igual. Me frotas la espalda, y yo a ti te acaricio el pelo.
Continuamos así sin prisa por soltarnos, ni hablar, ni nada...

Ahora nos separamos, estás más tranquila. El sentirme sin que mis ojos te hayan recorrido demasiado, ha hecho que el primer contacto haya tenido una pausa callada en la que te dado tiempo a decirte: "aquí estamos juntos por fin, tranquila Claire, es el mismo que ya conoces".
Te das cuenta de que aún no me has saludado, te separas, me miras y dices: "Hola puto vasco chalao, aquí tienes a tu curasán"
Lo has dicho sin pensarlo y ocurre lo lógico, que me haces reír, me brillan un poco los ojos.

La chica y el chico de antes salen ya por la puerta, ella mira hacia atrás y cruza contigo miradas, sonríe y se para como esperando algo de ti y de mi.
Me vuelves a abrazar, esta vez del cuello y me dices: abrázame fuerte; y lo hago, y ahora tócame el culo...
Ella se ríe mientras tu haces lo mismo volviendo a cruzar tu mirada con la suya, te saluda y le contestas guiñando un ojo, se ríe y se va con su chico...

Hemos ido a un bar del pueblo, tomado un café y le he pedido al camarero si puedes dejar allí guardada la maleta un rato. Él ha dicho que si y estamos ya paseando por la playa; hace un día espléndido.
Vamos agarrados de la mano, y hablamos, -los dos a la vez al principio-, reímos, miramos, callamos y volvemos a hablar y compruebas como ahora ya más sosegados, tu voz hace que me calle no importa lo que digas, y sonría con cara de atontado. Te das cuenta como me hipnotiza escucharte.

Eso te complace y de repente te lanzas a mi cuello y me das primero unos besos después coges mi mano en la tuya la acercas a tu pecho y la metes dentro de tu blusa bajo el sujetador y me dices: "voy a hacer contigo lo que quiera puto vasco y vas a darme todo el placer del que seas capaz, hasta que te diga basta".
Compruebas que no hay nadie cerca en la playa. Deslizas tu mano entre mis piernas y me tocas. "...y después te voy a devorar."
Me pongo un poco rojo y te ríes de mi.

Pasaremos tres días juntos, pero antes tienes que hacer unas gestiones en Donosti. Como no sabes lo que tardarás, me voy al local indicándote como encontrarlo. Lo más seguro es que llegues por la tarde temprano pero no sabes a qué hora, así que te doy una llave, y yo me llevo tu maleta.
A eso de las 4, estas entrando en el local. Todo está en silencio, seguramente estoy en la siesta, piensas.
Subes y sí, ahí estoy boca abajo dormido.
Estas cansada y sudorosa. Te duchas y hechas un vistazo por el local, yo sigo durmiendo. Después vuelves a subir y entras en mi habitación, sigo boca abajo, dormido.

Te sientas en el borde de la cama, estas vestida solo con una camiseta.
Ahora sí, ahí me tienes, pero estás cansada, no quieres nada que suponga mucho esfuerzo... algo relajado tal vez.
Me tocas la espalda, me acaricias con suavidad y notas que me voy despertando. Giro la cabeza, abro los ojos y te contemplo en silencio. Empiezo a darme la vuelta, pero poniendo tu mano sobre mi nuca me dices que no, que no lo haga. Me indicas que doble la almohada por la mitad y ponga la mitad de mi cara sobre ella con la boca libre, para poder respirar. "Y quédate quieto así" -me dices-.
Te acercas a mi oreja y me dices: ahora vas a ser mío camarón.
Que bien hueles, y que bonita suena tu voz.

Me besas el cuello por todo el: despacio, profundo, sin prisa...mientras me vuelves a poner la mano en la nuca. Tu lengua se introduce entre tus dedos para mojarme, para excitarme y excitarte a ti. Lentamente, con tiempo...no tienes ninguna prisa. Me vuelves a acariciar la espalda y la besas una y otra vez. Te subes después a horcajadas sobre ella, sobre mí. Intento volver a girarme pero me vuelves a sujetar por la nuca y me dices: sssssh, obedéceme.

Ahora me sujetas por los hombros y apoyas tu peso en ellos a la vez que te elevas y bajas sobre mi una y otra vez, y otra, y otra... despacio. Empiezas a excitarte... y vuelves a subir... y sientes como te vas encendiendo... y a bajar... y a subir...y te estas humedeciendo...y a bajar...
Pero no quieres correr, quieres sentirte poco a poco cada vez más arriba, así que espacias el movimiento de sube y baja. Me sueltas la nuca y te sientas en donde termina mi espalda, te quedas quieta ahí, bien encajada. Y me dices: " me estoy acariciando los pezones imaginando que lo haces tú"
Tenerme debajo de ti, fantaseando que soy yo quién te toca, te excita un poco más.
Te colocas más atrás de mi espalda, encaramándote sin prisa y apoyas tus manos en el hueco trasero de mis rodillas.
Vuelves a sudar y te pasas una mano por la frente, la mano se desliza con facilidad,
te recorres los pómulos también, y la boca,
saboreas tu sudor y la saliva se mezcla con el,
la haces resbalar por tu cuello sintiendo cómo palpita tu sangre al galopar por tu aorta,
y ahora con ambas manos por los hombros, las axilas y me miras,
sigo quieto entre tus piernas,
vuelves a palparte los pechos y los rodeas con las palmas y dorsos de tus manos,
bajas a la tripa y te tanteas el ombligo,
vuelves a apoyar una mano sobre mi cabeza y la otra te la introduces entre las piernas,
te agachas rozándome los omóplatos con tus pezones, sin dejar de acariciarte entre los muslos,
me suspiras y hurgas con la lengua en el oído,
después me besas en el cuello y me lo muerdes,
me acaricias con tu mano mojada mi cara, mi boca,
¡Que bien hueles, que bien sabes!

Te vuelves a sentar más cerca de mi cabeza.
Estas muy húmeda, y siento tu ingle tibia...pero no puedo tocarte, no me dejas.






"Estira un brazo hacia abajo y pon la palma hacia arriba" -me señalas-.
Lo hago, te arrodillas junto a mi mano a mi costado, entrelazas mis dedos con  los tuyos y los llevas a lo oscuro de tu entrepierna. Siento que tienes un poco de pelo, mis dedos se electrifican, y mis manos, y mi pensamiento.
La palma de mi mano está sobre la tuya y con calma la apoyas en la mitad,
y la apartas unos centímetros, y la vuelves a apoyar,
y la dejas unos segundos apoyada mientras haces que presione un poco y rote circularmente,
y la vuelves a separar,
y la vuelves a apoyar apretando un poco... y un poco menos... y un poco más,
y la vuelves a retirar, y miras al techo,
y ahora haces que se deslice de arriba hacia abajo, y hacia arriba otra vez,
y miras mi brazo y mi mano que te recorre con facilidad mientras se moja toda,
y suspiras exhalando eses, aes, haches...y te paras.
Quieres ir despacio, mantener el gozo ondulando, ascendiendo a pocos:  más/ menos... más y más/ menos...más, más y más/ menos...pero te cuesta y haciendo el vacío con mi mano comienzas a apretar y aflojar, apretar y aflojar... humedeciendo más el hueco...y entonces sustituyes mi palma por nuestros dedos entrelazados y repites lo que hacías...y rápidamente se vuelven resbaladizos y sientes que estas cada vez más excitada y paras...
Ahora estas mirando mi cuello, sueltas mi mano y la vuelves a poner donde estaba: bajo mi cara.
Empiezo a quejarme pero otra vez exclamas: "sssssssh"

Ya no vas a poder aguantar mucho y quieres saber como me encuentro realmente de excitado yo. Así que bajas y te sientas sobre mis rodillas, metes una mano despacio bajo mi cadera, y me tocas...si, estoy excitado. Te das cuenta que ni yo te he visto desnuda, ni que tú únicamente me has visto de espaldas. Te gusta pensar que aun y así, estás de esa manera.
Me sueltas y vuelves a colocarte sobre mi cuello, te rozas en él y en muy poco vuelve al estado anterior, ya está húmedo y brillante otra vez, mi cuello.
"Bien, vamos allá camarón, date la vuelta despacio y baja los brazos" -me dices mientras te incorporas un poco sobre tus rodillas-.
Desdoblas la almohada, me acaricias la cabeza, la cara, bajas los escasos centímetros que nos separan, coges mis manos y las colocas sobre tus costillas, y después las haces subir...

"Ya me tienes como querías, encima de ti, a unos centímetros, empapada de sudor y sexo, y a poco de explotar en ti, te va a gustar camarón, y no lo vas a olvidar nunca, nunca, nunca...
"Y ahora prepárate, y hazme -me dices, mientras desciendes despacio- hasta que te grite basta"...